Hay unas cuantas destilerías en Escocia que producen sus maltas habituales y también sus versiones ahumadas: Longrow es Springbank ahumado, Ballechin es Edradour ahumado y el caso que nos ocupa, Ledaig 10 años, que es la versión ahumada de Tobermory, en la isla de Mull.
Según se cuenta, el hecho de que algunas destilerías tengan dos versiones de su mismo producto se debe a que en el pasado cuando secaban la cebada germinada en el horno, a veces añadían más turba de lo habitual. Así, tuestan más el grano y producen una malta ahumada. Así que esas destilerías siempre seguían el mismo proceso de producción con la diferencia de la malta ahumada. Para distinguir esos whiskies lo mejor fue ponerles nombres diferentes.
Ledaig, el whisky ahumado de Mull
La historia de esta destilería se remonta a 1798. Diez años después de la fundación del pintoresco y encantador burgo de Tobermory, John Sinclair, un comerciante de algas, construyó una destilería en el sitio de Ledaig. Y así nombró su compañía.
La producción de whisky no se vio interrumpida hasta la llegada de la Gran Depresión y la Ley Seca en EEUU, más de 120 años después. Fue un duro golpe para la destilería y para el pueblo de Tobermory, que no vio salir ni un barril de whisky de Ledaig hasta 1993. Tuvieron que pasar décadas de tortuoso porvenir con intercambio de propietarios (la historia de muchas destilerías) hasta que cayó en manos de Burn Stewart Distillers. Propietarios, por cierto, de Deanston y Bunnahabhain. No eligen mal sus inversiones. El cambio más importante fue dejar el nombre de Ledaig para su whisky ahumado, y Tobermory para el que no lo es. El proceso y la maquinaria es el mismo para ambas maltas.
En esta cata probamos la versión ahumada.
Ledaig 10 años 46.3% alc.
Ledaig es de esos nombres que personalmente he escuchado muchas veces pero a los que no les he hecho caso. Sabes que está ahí, pero siempre hay otros whiskies que probar, y el motivo es a menudo el mismo; la popularidad. Tobermory o Ledaig no son whiskies famosos. Fuera de las tierras escocesas, a pesar de producir un millón de litros al año, su presencia es minúscula comparada con otras marcas. Basta con preguntar a alguien en el mundillo del whisky que mencione 5 marcas de whiskies ahumados. Pocos escogerán Ledaig entre ellas. Qué equivocados estamos. Aquí vengo a reivindicar a los grandes whiskies desconocidos.
La Cata
Color: Amarillo anaranjado. Muy común en maltas ahumadas. Basta con leer la etiqueta para ver que este whisky no ha sufrido filtración en frío, y se agradece. Naturalidad ante todo.
Al olfato: La turba se huele nada más abrir la botella. Es un ahumado agradable pero dulce al mismo tiempo. Aroma ligero con notas de frutas pasas y frutos secos. E ahí las barricas de jerez.
Al paladar: Entra muy bien a pesar de los 46.3% de alcohol. Con mucho sabor combinado de la vainilla de los barriles de bourbon y las especias de las barricas de jerez. Todo ello realzado con el toque de regaliz y ahumado de la turba. Equilibro perfecto entre todo ello. Se me hace la boca agua y lo mantengo para saborearlo lo máximo posible. Excelente.
Conclusiones: Este whisky tiene diez años y sabe de maravillas. Es muy complicado encontrar una malta de este nivel con tan pocos años de maduración. Creo que el hecho de que se haya embotellado a 46.3% de alcohol tiene mucho que ver. Le da una calidad de la que posiblemente adolecería si fuese producido a menor porcentaje.
Ledaig 10 años es un whisky discreto pero de calidad. No es una marca popular, ni falta que le hace. En Tobermory hacen bien su trabajo y eso es suficiente. A nosotros nos queda disfrutarlo , contarlo y si quieres catarlo aquí puedes encontrarlo.
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